miércoles, 10 de septiembre de 2008

El mayor acelerador de partículas ya busca respuesta a enigmas del Universo

El mayor acelerador de partículas ya busca respuesta a enigmas del Universo 10 de Septiembre de 2008, 01:55pm ET
GINEBRA, 10 Set 2008 (AFP) -

El Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), el mayor acelerador de partículas del mundo, empezó a funcionar el miércoles con éxito en la frontera franco-suiza con la misión de dar respuesta a las grandes preguntas sobre el origen del Universo.

Dos primeros haces de partículas efectuaron, una en sentido inverso a la otra, una vuelta completa al LHC, un anillo de 27 km, enterrado a 100 metros bajo tierra, cerca de Ginebra.

"Técnicamente, todo funciona según lo previsto", afirmó satisfecho el director científico de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), Jos Engelen.

Es un "día histórico" para la humanidad, que "quiere saber de dónde viene y adónde va, y si el universo tiene un fin", se exclamó por su parte el director general de la organización, Robert Aymar.

El funcionamiento del acelerador se basa en hacer estallar protones que circulan en sentido inverso, provocando la emergencia de partículas primarias jamás observadas hasta ahora, que corroborarían los pilares teóricos sobre los que se asienta este campo de la física.


Este colosal instrumento está llamado a recrear las condiciones que prevalecieron en el universo justo después del Big Bang, antes de que las partículas elementales se asociaran para formar los núcleos atómicos.

Se espera además que permita observar las partículas supersimétricas que compondrían la materia negra, de la que prácticamente no se tiene ningún conocimiento, salvo que representa el 23% del universo, frente al minúsculo 4% para la materia ordinaria.

La energía oscura, responsable de la expansión del universo, integra el resto.

El LHC también está encargado de detectar la antimateria, generada en partes iguales a la materia en el momento del Big Bang, hace 13.700 millones de años, pero prácticamente desaparecida desde entonces.

Estas experiencias serán realizadas por cuatro grandes detectores instalados alrededor del anillo: Atlas, Alice, CMS y LHCb.

Otro desafío no menos apasionante para los científicos será confirmar la existencia del bosón de Higgs, una misteriosa partícula que dotaría de masa a todas las demás.

Para tratar de verla por primera vez, se provocarán colisiones de protones que desprenderán una energía de calor 100.000 veces superior a la del centro del Sol.

Justo después de las 07H30 GMT del miércoles, un primer haz de protones fue inyectado en el acelerador.

Poco menos de una hora después, esa ráfaga realizaba la primera vuelta completa, arrancando los aplausos de los científicos.

Guiados por imanes supraconductores enfriados a 271,3º C, cerca del cero absoluto, los haces se estabilizarán progresivamente y serán acelerados a hasta una velocidad rayana a la de la luz.

Las primeras colisiones de protones se producirán "lo antes posible", declaró el jefe del proyecto del LHC, Lyn Evans, sin aventurarse a fijar una fecha.

Si toda va bien, alcanzarán a finales de octubre una potencia de 5 teraelectronvoltios (Tev), es decir, cinco veces superior a la del Tevatron del Fermilab estadounidense, hasta ahora el más potente del mundo.

Las colisiones podrían crear pequeños agujeros negros que los científicos del LHC aseguran que no comportarán ningún peligro debido a su efímera presencia.

Rumores que circulaban por Internet desataron la preocupación por la posibilidad de que éstos absorbiesen toda la materia a su alrededor, provocando el fin del mundo.

Durante más de diez años, han participado en este proyecto "7.000 científicos del mundo entero", recordó la ministra francesa de Investigación, Valerie Pecresse, al saludar su puesta en funcionamiento.

Estados Unidos, India, Rusia, Japón, y varios países europeos han contribuido a sufragar los 3.760 millones de euros que costó el acelerador.

1 comentario:

Unknown dijo...

Desde el pensamiento de las minorías dominantes de esta humanidad, se explica, se entiende y se deduce… lo que es la vida… lo que es el ser humano… lo que es la presencia en el universo…

Y con ello se elaboran “modelos”… que no llegan a ser ni siquiera simbólicos, sino más bien, modelos operativos… que explican, según el poder dominante; que entienden, según los intereses dominantes; que deducen, según las necesidades dominantes…, los vericuetos que se han seguido para estar en una situación o en otra.



Y así se explica a Dios, así se entiende a Dios, y así se deduce a Dios.

Y quien dice a Dios, dice también: Así se explica por qué Antonio José piensa así... por qué Josefa Maria siente así… y por qué, la pareja de los Indúlguez, han deducido que… que no van a Benidorm.



Luego resulta que, evidentemente, las explicaciones, los entendimientos y las deducciones, no eran de tal calibre... suficiente como para explicar, entender y deducir… cuál había sido el comportamiento que se había tenido.



Este fenómeno, planteado así, no es nuevo. Ya la ciencia se encarga cada X tiempo de… explicar, entender y deducir, modelos diferentes, “según”… “según”… “según”…

Es decir. Por ejemplo, el modelo newtoniano… de la situación, de la presencia de las estructuras en este planeta, es válido, siempre y cuando no tengamos en cuenta determinadas variables; pero si las tenemos en cuenta –porque están ahí- entonces no es válido.

También se pensaba –por poner algunos ejemplos, ¿eh?- que existía un núcleo –hablando de los átomos- y, alrededor, plácidos y complacientes electrones, que daban vueltecitas como… arrullos en flor, en sus diferentes capas, y… ¡Como en un sistema planetario!

Y resulta que, ahora, ese modelo atómico no es en absoluto así.

No hay órbitas establecidas, sino que hay una nube de electrones en un caos ¡fantástico!… inentendible… pero que están ahí, y que… que no hay sitio para nadie pero están todos.

Y el núcleo, igualmente, ya no es lo que se pensaba, ¿verdad? –un simple protón o… protones y neutrones- sino que existen una cantidad de familias extrañas, como “quarks”, por ejemplo –para no añadir palabrejas extrañas; pero ésas son las palabras que han puesto los físicos de las partículas-, en que la partícula, a su vez, está formada por otra partícula… y por otra partícula… y por otra partícula.

No hay año en el que no aparezcan nuevas partículas; que no sabemos si es que estaban ahí, o es que ya hay que poner partículas, para explicar el porqué; para entender el porqué; para deducir el porqué.



Ahora, lo último es encontrar un “bosón”. No les voy a explicar lo que es un bosón porque, bueno, puede resultar una bobería, ¿no? El “bosón de Higgs”…

–Porque es un señor que dedujo que tiene que existir una partícula llamada “bosón”, para explicar el porqué del Big Bang y otras muchas cosas, ¿no?-.

Entonces, andan buscando el bosón de Higgs. ¡Como lo encuentren!…

Que, claro, como te empeñes en buscar una cosa, la vas a encontrar, ¡oye!

Y para eso tenemos un acelerador de partículas –digo “tenemos”, como humanidad- por aquí, por Europa, donde han puesto a correr a las partículas para que choquen unas con otras, para reproducir el modelo del Big Bang, que se supone que es el modelo válido. Y de ahí saldrá el famoso –se supone- bosón de Higgs.

El famoso acelerador de “hadrones”…

Siento decir palabrotas –¿verdad?- pero… ¡es que es así! Es un acelerador de hadrones: un conjunto de partículas que, a su vez….

Pues el famoso acelerador de hadrones se ha roto como… nosecuántas veces.

Total que… está en paro ahora otra vez. Y la comunidad científica, astrofísica, está superpendiente de los hadrones –se escribe con “hache”: hadrones; lo demás es como suena: “adrones”-.

Entonces, el acelerador de hadrones nos va a dar, probablemente, el bosón de Higgs.

Quizás no sea muy serio reírse de la ciencia, pero desde el punto de vista orante es muy gratificante. Y como hemos venido aquí, a orar, pues… vamos a gratificarnos. ¡No a costa de la ciencia! ¡No! Hoy hemos mencionado –ahora mismo- la ciencia, pero luego la dejaremos en paz. ¡Sí, sí!

Pero, es a propósito de esas… explicaciones.

Por supuesto, como ustedes pueden deducir, los ya “casi” 7 mil millones de habitantes, están muy lejos de entender lo que es el bosón de Higgs.

Y creo que ustedes también. Aunque pertenecen al grupo de elegidos, de las clases dominantes pequeñas… sobre el resto del planeta.

Pero, hasta que en Kuala Lumpur, o los indígenas de Papúa Guinea, o simplemente un habitante de Bombay –que ahora está un poco de moda-, entienda lo que es el bosón de Higgs –suponiendo que lo encuentren-, pues va a pasar un “tempo”.

Y con todo ello queremos advertir, desde el sentido orante, que las explicaciones que hasta ahora nos damos de… el acontecer diario, no son muy ciertas.

Existe un principio –y volvemos otra vez a la ciencia- un “principio de incertidumbre” que definió un científico –“Heissenberg”- según el cual…

En resumen, viene a decir que no sabemos, con exactitud, nada. O sea…

Lo cual es un poco decepcionante: que un científico, después de tanto “dale que te pego”, diga: “Vivimos en el principio de incertidumbre” .

¡Jo! O sea, la posibilidad de saber dónde está Manolo, en un momento determinado, es… “es una probabilidad”. O sea, puede ser que Manolo esté en Huesca, en San Sebastián… o en Rio Muni. No se sabe con exactitud.

Y de hecho, en alguna medida, es cierto; porque, por ejemplo, ¿qué certeza tenemos de en dónde está la mente de cada uno de ustedes?

Entonces, la probabilidad de que estén siguiendo la temática orante que llevamos, puede ser alta. A lo mejor, de un setenta… –ahora mismo- de un setenta por ciento. Eso es “alto”. Pero dentro de unos minutos, pues bajará, ¿no? –como la bolsa-, y la mente estará en otro sitio.

Entonces, estamos en un principio de incertidumbre. Para entenderlo. Ellos lo hablan con partículas y tal. Pero, con objeto de no introducir –insisto- variables, estamos en un estado incierto. Con lo cual –vuelvo a insistir- las explicaciones que nos damos habitualmente de el “cómo”, “por qué”, “adónde” y… y “en qué lugar se enamoró de ti”, no son del todo ciertas.

¡Hay una tendencia natural! –suponemos-, por parte del ser humano, de entrar en el reino de la verdad.

Quizás por eso, todos los grandes personajes que han existido en la historia, se van de aquí: porque sus reinos no son de este mundo. Y entonces, te dejan plantado con unos cuantos haikus… o con unos cuantos bosones, y ahí te quedas:

¡Jo! Y ahora, ¿qué hago yo con esto?

Dice: “No te preocupes, que volveré pronto”.

¡Y resulta que no es tan pronto!



El saber, decían que no ocupaba lugar. Pero si uno echa cuentas, realmente puedes estar embotado de “saberes”, y llegar un momento en que… la espontánea sensación de decir “¡ay, qué rico está esto!” –¿verdad?-, ya no pueda tener espacio, porque todo esté ya totalmente codificado, ecualizado, puesto e impuesto…



Fíjense –para actualizar-. ¿Cómo se entiende que antes – “antes” de hace poco-, los pobres eran los pobres, y ahora, los pobres son los bancos? ¡Por ejemplo! ¡A ver! ¿Cómo se entiende eso?

También… ¿cómo se deduce que…? ¿Cómo podemos deducir cómo se va a sacar de la pobreza a los bancos?

Bueno, ahí es relativamente más fácil: de los de siempre.

Con lo cual, evidentemente, van a desaparecer…

Los pobres antiguos se van a convertir en miserables, y los pobres modernos van a recuperar su estatus.



Quizá alguno de ustedes, por cultura general –o por edad, saber y gobierno-, recuerdan un famoso plan que se llamó “Marshall”.

¿Marshall? ¡Oh! ¡Sí! Yes.

Era la época de después de la segunda guerra mundial, en la que Europa quedó un poquito así… –¿verdad?- “a la deriva”; por aquello de la guerra… ¡de todo!

Entonces vino el gran hermano americano –que además estaba simbolizado por una mano que se daba a la otra-, y nos fue dando todo lo que necesitábamos –porque para eso se encargó de destruirlo un poco antes-.

Entonces, parece que el que destruye paga, pero…

Es como un juego, ¿no? Paga, para que tú produzcas luego todo lo que te ha dado, y más.

El caso es que, entre Hiroshima y Nagasaki, y otros pequeños detalles, se sintieron magnánimos y ocurrió el plan Marshall. Esto supuso el conocimiento profundo de algo que nunca habíamos conocido en Europa: ¡la leche en polvo!...

¡Coño! Nosotros creíamos que la leche salía de la vaca…

¡No señor! Existe “leche en polvo”.

Quizás tenga que ver con la sentencia cristiana de “polvo eres y en polvo te has de convertir” , y tenga que ver con los “ma-míferos”.

¡La leche en polvo!

Sí. Pues tu le echabas el polvo, y le echabas un poco de agua…

Bueno, perdón; quiero decir: echabas unas cucharadas de la leche en polvo, le echabas un poquito de agua, le dabas un poquito de…

¡Bueno! “Le echabas”, es pasado. ¡También está presente! Y salía leche.

O sea, una vaca ecológica.

El plan Marshall, obviamente, trajo más cosas; no solamente la leche en polvo. Pero, sin duda, fue uno de los planes más revolucionarios… –sic- que se produjeron en Europa, y gracias a los cuales…

¡Por cierto! Se hizo una película que les recomiendo que la vean, que se llamaba “Bienvenido mister Marshall” . Bueno… de la “España profunda”.

Y bueno, en resumen, esto endeudó profundamente a Europa. O sea que nadie prestó las cosas gratis.

Y para que vean que no hay quien se entere, o es difícil entender, o es difícil plantear que existe el entendimiento y la explicación, ahora tenemos un nuevo plan.

Los que recuerden –insisto- el plan Marshall… ahora tenemos el plan O-bama. Hussein Barack. Acaba de venir… “te alabamos, te ‘obamamos', óyenos” .

“Te ‘obamamos', óyenos” . O sea que ya, el “alabamos”, es “obamamos”.

Suena un tanto raro, pero es así. Es así, es así, es así.

Y tenemos el segundo plan Marshall, según el cual, no solamente Europa, sino todos los continentes, van a pagar la deuda norteamericana.

¡Qué bonito! ¡Qué… qué espectacular! ¡Qué jugada de los cubiletes!

¿¡Dónde está la moneda!? ¡Aquí!, ¡aquí!, ¡aquí!

Bueno, todos conocen el juego de los cubiletes, ¿no?

¡No! Bueno, pues consiste en poner una moneda, ¿verdad? Y entonces, tú tienes un cubilete… –todo el mundo sabe lo que es un “cubilete”: o sea, como una tacita; una tacilla que tapa la moneda-. Entonces, tú vas moviendo –con rapidez, claro- la moneda, de un cubilete a otro, y después, el que va a apostar dice: ¿Dónde está la moneda?

Y tú, siempre… no sabes dónde está la moneda.

Parece muy fácil, ¿verdad?, pero es más rápido el movimiento de la mano que la “retentividad” retiniana.

Entonces, pues… esto, así, visto y no visto –¿verdad?-, todo el mundo se ha puesto de acuerdo y… “¡Oh! ¡Qué maravilloso amor”.

Entonces, por favor, tomen el sol… para estar en sintonía. Porque si no toman el sol, van a quedar desteñidos –como la reina Isabel de Inglaterra, que ha quedado desteñidísima-.

De verdad, de verdad… ¡qué impresión!

Si…

Porque es obvio preguntarse-:

Entonces, las explicaciones y los entendimientos y las deducciones, ¿no son válidos?

¡No! No son válidos. Porque han dejado de tener en cuenta las sensaciones, las emociones, las intuiciones, las clarividencias, las sensibilidades… y otros pequeños detalles más.

Lo cual hace que se piense que, exclusivamente, el ser es razonable, lógico, entendible, plausible, deducible… Cosa que, ciertamente, no es evidente.

El imperio de la razón, de la lógica y de la ciencia, se ha apoderado, sin duda, de el estar humano. Y con ello, cualquier sensibilidad que el ser pueda desarrollar en torno a otros menesteres, queda prácticamente abolida.

Por supuesto, se ha tratado de buscar explicaciones… y deducciones… para cualquier fenómeno psíquico, afectivo, emocional, espiritual, etc., con razones ; con herramientas, en definitiva, que no son las propias.

Si quiero cortar un árbol, no me llevo una cuchara. Porque, probablemente, esté dándole al árbol con la cuchara, y, como mucho, saque alguna gotita de savia. Pero, ¿lo que es cortar el árbol con la cuchara? Va a ser difícil. Es propio llevarse un cuchillo.

Es decir que, cada nivel de experiencia o de percepción, necesita una herramienta diferente.

En el predominio actual, el entender, el deducir, el explicar… sólo se vale de lo que se engrana, se razona. Y ahí, nos quedamos huérfanos. Porque, lo que sentimos, lo que nos emociona…, la experiencia de la ilusión…, la experiencia de la fantasía y de otras infinitas emociones, no se explica muy bien.

Igual que no nos explicamos, si un señor o una señora que viva en occidente y que tenga un buen sueldo…; un buen marido o esposa; unos espléndidos, sanos, vigorosos y maravillosos hijos; una casa en el campo y otra en la playa; más, viajes por el mundo; más, conocimientos…, llegue un día, y se suicide. Por llegar a un extremo, ¿verdad? ¡O bien!, esté deprimido o deprimida. O bien, sea maníaco de la limpieza. O bien…

Claro, a lo mejor si se les coge y si se les lleva a un basurero de Shangai –o el que está más de moda: de Bombay-, pues a lo mejor se le pasaba… la tontería, ¿verdad?

Pero, claro, es difícil prescribir: “Despáchese… quince días basurero Bombay”; sino que, más bien, pues le damos el Dormodor, el Akineton, el Largactil, el Prozac, el… ¡Bffrrrr!

O bien, le decimos que: “Mira… qué maravilloso es vivir; qué tal…” Pero esa explicación, esa deducción, no entra en su dura, blanda, mediana… –no se sabe qué- cabeza.

Y le hacemos deducir, y le deducimos que… “¡¡¡Tiene que estar feliz!!! ¡¡¡Tiene que estar contento!!! ¡Porque para eso tiene una esposa maravillosa, unos hijos fantásticos, y un ingreso per cápita, de más allá… que abarca dos mil cabezas de ganado!”

Pero resulta que, nuestro personaje –que puede ser cualquier hombre de occidente, varón o hembra-, pues está triste, fané y descangayado; y que, incluso, se puede suicidar. Es más, cada –aproximadamente- cuarenta segundos, un ser humano se suicida.

Lo cual, pues… es difícil de explicar. Sí. Evidentemente, los neurofisiólogos nos hablan de que, ¡claro!, que la dopamina ha bajado, que la serotonina ha subido, que… ¡uf!, los receptores adrenérgicos… aooaaaoooaaa…

-Pero, ¿eso fue antes de suicidarse… después de suicidarse…? ¿Cómo? O sea…

-No…

Ellos lo tratan de dejar así, tan clarito, ¿verdad?… pero no está tan claro. Vamos, no es que no esté tan claro, ¡es que no está claro!

Esto, por hablar de una manía… como puede ser la manía de suicidarse.

Sí. Les digo esto porque… la mayoría de las personas que se suicidan, piensan que luego se van a despertar y que… ¡no va a pasar nada! ¡Que ha sido simplemente una experiencia para ver cómo se vive en el otro lado! Pero es que hay reacciones químicas que no tienen –de momento- una reversa. Porque van p'a un lado, y no vuelven p'a otro.

Dice:

-Voy a suicidarme un rato… y dentro de una semana vuelvo, ¿vale?

¡No!...

E, insisto, ponemos ese hecho tan dramático, porque… ahí nos vamos al límite, y nos preguntamos:

- Bueno, y ¿cómo…? ¿Qué explicación tiene que, una persona que lo tiene todo…?

-¡Pues será porque lo tiene todo!

-No. Pero también hay gente que no tiene nada, y también hace lo mismo. Pero… a lo mejor no usa la pistola; usa el tren, que es más económico…

Qué cruel resulta la vida –¿verdad?- a veces. ¡Qué bárbaro!



Podemos redondear, diciendo que… por muchos ejemplos que pongamos –de extremos, de medios, de cuartos, de mitad, de mitad de cuarto-… vamos a estar siempre en esa cuerda floja. En la que… ¡no tenemos explicación suficiente! No tenemos un nivel de entendimiento suficiente; y, en consecuencia, las deducciones que hagamos pueden ser rigurosamente falsas.

Bajo el sentido orante, todo ello nos viene a decir que debemos someter… No en el sentido de ‘dominar a otro', “someter”. No.

“Someter”, en cuanto a “cribar” –que será la palabra más acertada-; a cribar nuestras explicaciones, nuestras deducciones y nuestros entendimientos, a fin de dejar que afloren, y que funcionen, nuestros sentires, nuestras emociones, nuestras imaginaciones, nuestras espiritualidades; con la idea de que, las ideas que predominan hoy en el mundo, y de las que estamos formando parte, no son las que se mueven en el magma de la verdad, sino que se mueven en el magma del interés, del poder, del manejo, de la manipulación…

Y bien podríamos decir, cuando decimos que lo tenemos claro… – “Está claro. La explicación de esto, es ésta, ésta y ésta; de lo cual deducimos esto, esto y esto”-… pues… como pararse un poco y decir: “¡O no!”… O: “Sí, ¡pero!… hay que añadir… hay que incluir… estos otros factores”.



Eso es como si alguien nos dice: “A mi padre le ha salido un grano en la cara”. Y, como somos médicos, contestamos:

-Eso es acné.

-¡Hombre!… No sabía yo que, el acné, también salía a los ochenta y siete años, ¡pero vamos!…

-Bueno, entonces… ¿Cómo es el grano?

Vamos al grano. ¿Ven?

Pues suele ocurrir así, ¿no? Que ya hay un reflejo condicionado que explica, que entiende, que deduce que… todo grano en la cara es acné. ¡Y no! Sabemos que, un grano en la cara, puede ser cualquier cosa. Al decir “cualquier cosa”, quiero decir que, la etiología de los granos –que es un término poco científico, por cierto, “granos”- es múltiple; y puede abarcar desde el acné juvenil –etapa de la que creo que ya estamos… ejem, ejem… un poco… tenemos cierta experiencia de lo juvenil-… a otras causas, como puede ser… cualquier barbaridad.



¿Recuerdan ustedes…? –a propósito de “juvenalia”-. ¿Recuerdan ustedes la primera vez que se pusieron rojos; se sonrojaron porque, aquel chico o aquella chica, se les acercó o… o les descubrieron en alguna ¡mentirijilla!?

-¡Antoñito! ¿Has sido tú el que has roto el jarrón?

Y notabas un volcán en la cabeza. Y, temblorosamente, decías:

-¡No, yo no he sido!… ¡Yo no he sido!

Y tu madre “deducía”… ¡intuitivamente!, por el rubor de tu cara, que habías sido tú. Con lo cual, ella se encargaba de ruborizarte más… con unos shocks manuales que se aplicaban entonces –en la época de la juvenalia, ¿verdad?-, y, finalmente, terminabas confesando como si estuvieras en Guantánamo. Y decías:

-He sido yo, efectivamente…

-¿Qué has hecho con los trozos… niño?

-Los he tirado… madre.

-¡Los has tirao!... ¡La madre que te parió! –decía tu madre-.

Y tú… mirabas así, como diciendo: “No sé, a mí me da la sensación de que es la misma que me está a pegando”.

Pues, en esa época de “juvenalia” –¿verdad?-, que luego se va…

¿Por qué? ¿Por qué se…? ¿Por qué se pasa?...

¡Bueno! Entonces, en esa época de “juvenalia”, aparecía el rubor, el ¡Buuu uhhh!, el “pavo”…

Se decía el “pavo”, porque el pavo tiene unas configuraciones –para los que no hayan visto muchos pavos-, rojas, en su cabeza. Y entonces se dice: “Mira, se le ha subido el pavo”. Como si tuviéramos un pavo dentro, que baja y sube como un ascensor. “Se le ha subido el pavo…”

¡Joe! ¿Qué explicación tiene eso?

Evidentemente, podemos deducir que… ta-ta-ta, ta-ta-ta, ta-ta-ta… ¡Sí!…

Sí, pero… los que no eran sabiamente científicos, le llamaban “pavo”.

¿Qué queremos decir con esto? Muy fácil: que existían otras interpretaciones que no estaban sujetas “a”… elementos racionales, sino que estaban sujetas a elementos muy intuitivos, que tenían otro lenguaje y otros criterios para designar un acontecimiento.

Con lo cual… –con lo cual- podemos intuir que hay otras maneras de expresar, explicar, ¡y de incorporar!... a nuestro balbuceo hacia la verdad; hacerlo de otras formas y maneras. Igual que cuando nos ponemos a orar: en que, en esa oración –cualquiera que sea-, si se hace con verdadera escucha, y con el interés de ir…, nos descubrimos “diferentes”. Nos descubrimos “distintos”… a lo que habitualmente somos fuera de ese estado orante.

Al menos, introduzcamos la idea de que no es suficiente una explicación; no es suficiente un entendimiento; no es suficiente una deducción. También necesitamos una sensación, un sentimiento, una emoción, una intuición… que se incorpore a ese proceso dominante que explica, entiende y deduce…



Tengamos también en cuenta la aureola del santo; no solamente al santo, sino también a su aureola –para entendernos-.



En la medida en que… se diluye la “resaca” de pretender explicar y entender… y deducir, en base a la razón, a los conceptos y a las definiciones…; en la medida en que ese mecanismo automático que se tiene habitualmente, se diluye, podemos entrar en otras vibraciones de la vida –“podemos entrar en otras vibraciones de la vida”-, ¡y podemos activar!... otras potencialidades –¡por ejemplo!- de nuestro genoma. Potencialidades que, apenas… de las sesenta y cuatro opciones que da el genoma –para entendernos- apenas si veinte están activadas. Para hacernos una composición de lugar.

Es decir –dicho en otras palabras-:

Nuestro material… –vamos a mantener todavía esa palabra- nuestro material genético… que creo sinceramente, bajo este sentido orante, que no es un material; es un estado de vibración-; y que no se tardará mucho en hablar de una triple hélice, en vez de una doble hélice; y que, a lo mejor, toda esa disposición es bastante virtual, ¡pero!... es la que tenemos ahora, en base a la forma de explicar, la forma de entender y la forma de deducir.

Y con ello no les vamos a quitar ningún mérito al señor Mendel ni a los señores Watson y Crick, que nos describieron la doble hélice. No. Pero a lo mejor no sea… exactamente así. A lo mejor, la configuración… es muy circunstancial.

E igual que tenemos en actividad un porcentaje muy pequeño de las probabilidades y de las posibilidades de nuestro contenido genético, podemos pensar que… si se activan otras –como así ocurre a veces- entramos en otras perspectivas.

Que es lo que ocurre con la oración, con la meditación, o con otras actividades que no están sujetas a procesos lógicos, razonables, explicativos y conceptuales.



Extensas áreas de la actividad de nuestro genoma, se desconocen en cuanto a su funciones… en cuanto a sus actividades… etc., etc., etc.

Igual que antes se pensaba: un gen, una enfermedad; cambio gen, quito enfermedad … Y hoy se sabe que no es así. Y ha trascurrido muy poco tiempo, entre una cosa y otra, ¿eh? Hoy se habla de “grupos”.

Antes se decía que teníamos 30 mil, 40 mil, 50 mil genes, y hoy se dice que tenemos entre 20 mil y 30 mil.

Y uno dice, en su humilde intención… perspectiva:

“¡Hombre! Ahora que sabemos contar, ¿no podemos afinar un poco más? Porque entre veinte y treinta mil euros, hay diferencia, ¿eh? ¿Verdad? Entonces, ¿cómo es que no sabemos?...

“¡Pero si es que… si es que es muy difícil!”...

O sea, como que dan a entender eso que les anticipo personalmente, intuitivamente: que no es así… tan sencillo.

Que quizás sean acciones… vibraciones circunstanciales… y, en consecuencia, no tengan una contextura material, como se entiende por “materia”. Y entonces, estamos en eso: entre veinticinco mil, veinte mil… o treinta mil genes.

¿Tan pocos?

Por supuesto, una flor –una dalia, por ejemplo- tiene muchísimos más genes que nosotros. O sea, ¡que no es cuestión de cantidad! Tampoco… es cuestión de calidad. Es cuestión de virtualidad contextual.

–¡Qué me ha salido!... En cuanto uno se descuida, se contamina-.

Pero, de todas formas, puede valer: virtualidad contextual. Que estamos en realidades virtuales que se contextualizan. O sea, que nos dan una versión… ¡depende! Depende de en qué momento nos lo digan, lo veamos o lo sintamos.

“Virtualidad contextual”.



Hasta tal punto, que hay genes famosos, y hay genes que no los conocen ni en su casa.

¡De verdad!... ¡qué pena!, ¿verdad? O sea, que tengas un montón de cosas que desconozcas, y haya otras que se hayan hecho famosas. ¡De verdad!...

Y eso que dicen de que todos los hijos son iguales y tal... ¡Mentira, mentira, mentira, mentira!



La misma actitud explicativa… de entendimiento y de deducción, nos ha llevado a… ¡no a dudar de ello! No se trata de oponer una fuerza, ¡no!, sino de despertar a otras posibilidades. La oposición siempre deja un cadáver que es “ella misma”.

Si dos seres humanos se pelean, y uno queda maltrecho, queda maltrecha la especie.

–Pongámoslo en el nivel que queramos-…

Y el enfrentamiento, ya, debe ser algo que… no tenga sentido.

¡Y entremos a otro sentir! ¡A otros despertares!



Ahora, es suficiente con tener la arquitectura mental como para admitirlo.

Luego irá surgiendo solo. ¡Pero ahora tengo que fundamentarlo! ¡Ahora tengo que explicármelo! ¡Ahora tengo que deducirlo! Porque estoy bajo ese reino. Y, bajo ese reino, tengo que explicarme que ese reino es… insuficiente. Es incapaz de explicarme, de hacerme entender, y de deducir… lo que soy cada día; cada momento; cada segundo.

Así, podríamos decir que este momento orante, nos da la apertura –sin entrar en combate- de otras opciones. Y nos hace aventurarnos a otras perspectivas que, con los diferentes ejemplos expuestos, nos permiten –sin enfrentarnos- abrirnos a otras posibilidades. Ya, el hecho de asumir eso, es un paso importante.



Dios… no se explica.

Dios, no se entiende. Dios, no se deduce.